En el desarrollo de nuestro ciclo de ciudadanía, uno de nuestros facilitadores nos comparte sus diez razones para conversar.
Por: Luis Javier Gómez Vélez, facilitador del proyecto Medellín se toma la palabra.
Al dialogar:
1. Desarrollamos escenarios de trabajo compartido, respeto, creación, transformación e innovación; estos nos permiten vernos como somos en realidad y como somos vistos por los demás, lo que tenemos en común y en que nos diferenciamos los unos de los otros, lo que nos une y lo que nos distancia.
2. Nos permite intercambiar ideas, enfoques, percepciones, puntos de vista contrapuestos, sueños, experiencias, información y conocimientos.
3. Imaginamos y descubrimos nuevos contextos de acción; así, asumimos nuestra identidad y nuevas identidades.
4. Descubrimos competencias, desarrollamos habilidades y destrezas, generamos nuevos sentidos individuales y colectivos de pertinencia y de pertenencia.
5. Evaluamos los aspectos relevantes de nuestra historia personal y comunitaria.
6. Tomamos conciencia de los logros y los retos que aún tenemos por alcanzar.
7. Exploramos propuestas para mejorar las condiciones de vida individual y colectiva de todos y cada uno de nosotros.
8. Percibimos, entendemos, valoramos y nos valorizamos.
9. Priorizamos escenarios de acción y visualizamos otras realidades, que nos aportan a emprender empresas y prospectar.
10. Asumimos de manera responsable nuestras vidas y las consecuencias de nuestros actos y omisiones.
Estas, son razones suficientes para reconocer la importancia de tomarnos la palabra en lo público.
Y, de manera más específica, ¿por qué es importante conversar sobre ciudadanía?
• Porque las ciudades no solo son realidades físicas sino también espacios simbólicos y significativos en cuya construcción participan los ciudadanos, instancias e instituciones que habitan la ciudad y dialogan con ella, desde diferentes escenarios internos y externos, y en el que la voz de todos los ciudadanos cuenta, sin distinción de edad, sexo, género, nivel educativo, posición social o económica, creencias religiosas, filiación política, estilos de vida, ideas, costumbres y cualquier otra circunstancia o condición que aparentemente distancie o diferencie a sus habitantes.
• Porque todo diálogo enriquece de muchas maneras a sus participantes: intelectual, moral y espiritualmente.
• Porque al dialogar pensamos en voz alta, conocemos y nos reconocemos; nos integramos a las dinámicas de cambio positivo en todas las instancias de participación, anticipamos el futuro, construimos y nos reconstruimos unos a otros como ciudadanos, nos hacemos más inclusivos, empáticos, fraternales e íntimos, alejando de nuestras vidas el uso de la violencia para buscar ser reconocidos o como instrumento de presión, negociación, intimidación o sometimiento.