Muchos de esos mitos han nacido del desconocimiento del derecho a una vida sexual y reproductiva libre, confiada y segura.
Según la Guía de Estilos de Vida Saludables de la Secretaría de Salud de la Alcaldía de Medellín, es importante tener en cuenta que aunque los derechos sexuales y los derechos reproductivos están interrelacionados, en normativas como la Política Nacional de Sexualidad, Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos, han sido separados ya que representan diferentes componentes de la sexualidad humana, pero además permiten que disfrutemos de nuestra sexualidad sin tener que condicionarla a la reproducción.
Los derechos sexuales tienen que ver con nuestra capacidad de disfrutar de manera autónoma, libre, responsable y placentera de nuestra sexualidad, sin riesgos de violencia, enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados o discriminación por motivos de sexo u orientación sexual.
Los derechos sexuales están presentes en todas las etapas de crecimiento de las personas; no obstante, la apropiación de cada uno de ellos va progresando de acuerdo a la madurez y a la adquisición de otras habilidades. Dependen, además, de circunstancias individuales y sociales, por lo que se hace difícil asignar uno o varios a una etapa específica de la vida.
¿Sabes cuáles son los derechos sexuales? De acuerdo con la Guía de Estilos de Vida Saludables algunos de ellos son:
A conocer, respetar y amar el cuerpo: si logramos hacer esto podremos reconocer que las otras personas también viven ese proceso. Es fundamental que este derecho comience a promoverse desde la infancia para que los niños reconozcan de forma clara cada parte de su cuerpo y entiendan que estas pueden cambiar conforme vayan creciendo.
A una vida libre de violencias y rechazo a las agresiones físicas, psicológicas y sexuales: debemos estar comprometidos en rechazar cualquier manifestación de violencia con el fin de promover la equidad de género, y la eliminación de estigmas y discriminación.
A la educación e información sexual oportuna, integral, laica, gradual, científica y con enfoque de género: esto con el fin de lograr una valoración positiva de la sexualidad que permita enriquecer la experiencia de vida y prevenir efectos negativos en la salud física, mental, emocional y social.
A decidir si se quiere o no tener una relación sexual, con quién y con qué frecuencia: Las relaciones sexuales se deben dar sin presión y con consentimiento, incluso si se trata de la pareja permanente.
A expresar las preferencias sexuales: este derecho permite que las personas se reconozcan como seres independientes, autónomos y con capacidad de elegir, expresar y aceptar su sexualidad, lo que incluye poder manifestar el sexo por el que se sienten física y eróticamente atraídas.
A la intimidad y confidencialidad: a que sean respetados conceptos como la personalidad, autonomía y libertad personal, así como la seguridad de que aquello que se ha intercambiado en un marco de confianza, no sea compartido.
A explorar la sexualidad sin miedo, vergüenza, falsas creencias, ni culpas: explorar la sexualidad es decisión y responsabilidad de cada persona, mientras no nos genere daños a nosotros mismos, a otros o a nuestro entorno.
A expresar la sexualidad independientemente de la reproducción: la finalidad de la sexualidad es el placer y el goce, y debemos concebirla como independiente de la reproducción.
A usar métodos anticonceptivos: tenemos el derecho de postergar la maternidad o la paternidad, para disfrutar de nuestra sexualidad sin riesgo reproductivo.
A utilizar condón: este derecho expresa nuestro compromiso con el cuidado de nosotros mismos y del otro, pues el uso del preservativo minimiza el riesgo de transmisión de enfermedades.
Te invitamos a profundizar mucho más en estos derechos consultando la Guía de Estilos de Vida Saludables aqui, y recuerda que vivir y disfrutar de una sexualidad sana, responsable y consciente contribuye no solo con tu salud física, sino que también te genera felicidad, entusiasmo y te ayuda a aumentar el umbral de resistencia a las frustraciones.